Además de un asiduo practicante, el shibari es un fuerte interés fotográfico para mí. Se trata de una disciplina muy marcada por la estética, y con una relación muy íntima con la fotografía desde su inicio.

No sólo es muy llamativo para el ojo fotográfico, el shibari también me motiva mucho a conseguir plasmar cómo entiendo plásticamente lo que ocurre durante una sesión. A eso hay que añadir que, habiendo tenido la oportunidad de capturar sesiones de distintos atadores me permite también reflejar la particular manera de cada cual de expresarse a través de su shibari.

Aunque comenzara a atar antes, considero que fue 2014 cuando -tras ser alumno de Akira Naka– comencé a practicar -y fotografiar- shibari con propiedad. Desde entonces el tiempo sólo ha servido para aumentar mi fascinación y mi dedicación a aprender y atar más; y en alguna ocasión puntual, también a contagiar la pasión por la disciplina a otros incautos.

Por supuesto, el material fotográfico relativo al shibari rara vez es considerado apto para todos los públicos, por lo que no está abiertamente disponible en mi web, ni en mi cuenta principal de Instagram.


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